jueves 03 de julio de 2025 - Edición Nº1009

Regionales | 11 jul 2021

Análisis

Esperanza y alivio, la sensación que llega con la vacuna para mayores de 18 años

Se perdieron egresos, torneos deportivos, inicio presencial en la facultad y salidas. Hoy los renueva la esperanza. La vacuna llegó a los que apenas cruzan los 18 años. Y de los más de 13.502 inscriptos entre 18 y 30 años, más de la mitad ya están vacunados.


Por: Fernanda Alvarez

Si hay una palabra que repiten es “esperanza”. La dicen con certeza, sin pensarlo. Y no es para menos. Tienen entre 18 y 30 años y muchos se sorprendieron por la rapidez con que les llegó el turno para vacunarse. No tienen comorbilidades, son los que anotaron a sus abuelos para recibir las primeras dosis, los que cambiaron encuentro con sus pares y salidas por juegos en la play o videollamadas y son los mismos a los que la pandemia, además, les llevó la vida de los que más amaron.

Por eso entrar a un centro vacunatorio hoy es encontrarse con un paisaje diferente. El escenario lo componen, en su mayoría, jóvenes que esperan con frescura el turno para aplicarse la vacuna que toque: “total ya sabemos que cualquiera de las que se aplican en Argentina son buenísimas, pero yo quiero la Sputnik!”, dice sonriendo Agustín, uno de los chicos que muestra estar informado “no con fakes sino con la posta”.

¿Cómo viven la llegada de la vacuna les jóvenes que anotaron a sus abuelos hace tan solo 6 meses para empezar a salir del infierno? Según datos brindados por la Región Sanitaria IX, en Olavarría se vacunaron hasta hoy 7972 jóvenes entre 18 y 30 años. Y hay inscriptos unos 13.502. O sea que más de la mitad ya están vacunados y vacunadas.

“Lo vivo con la esperanza de poder volver un poco a nuestra vida pre pandemia”, asegura Julia, estudiante universitaria, 23 años. “Y también con sorpresa porque no me imaginaba que me iba a llegar tan rápido, siendo joven y sin riesgo”. Joaquín, de la misma edad y también estudiante universitario, agrega las sensaciones de “alegría, emoción, alivio”.

También están los que se acercan al centro vacunatorio con nervios y cierto temor y hasta se descompensan. No por efecto de la vacuna sino de las emociones guardadas. “Quizás por su edad no han vivido otras circunstancias como las que pasó otra gente mayor que puede relativizar más la situación. La vacunación es un ritual de pasaje que marca un quiebre con todo lo que pasamos, con el nerviosismo de cuando no se sabía de qué se trataba y no se podía hacer nada. La mayoría de los que están hoy acá tienen como registro todo lo que no han podido hacer en este último año y medio. La vacunación llega para marcar una ruptura con un pasado que ha sido terrible” analiza el antropólogo social Alvaro Flores, coordinador de en el Centro Territorial 2. Por eso, el pinchazo es más que una medida preventiva: implica volver a los amigos, al encuentro, a las clases, a los almuerzos y charlas con los abuelos.

Olivia tiene 20 años y asegura, después de la foto que ya subió a redes, que “la vacuna es un alivio para mí y los que me rodean”. Para Candela, 21 años y estudiante de Medicina, representa la posibilidad “de volver a las prácticas, tengo muchas ganas de volver a la Facultad, de charlar con alguien, de compartir, del día a día con compañeros y amigos”.

Agustina es estudiante de Trabajo Social, tuvo Covid “y no me pasó nada. Pero me vacuno porque sé que esto es tranquilidad para mis abuelos que son parte de mi vida, por empatía”.

La espera se hizo larga. “Parecía una agonía que no terminaría nunca. No solo por la pandemia y el virus cada vez más contagioso y que fue mutando sino también porque la solidaridad al principio fue de varios y terminó siendo de pocos. Y entonces hubo que luchar mucho como colectivo y sociedad contra el egoísmo y el individualismo que se volvió también una amenaza”, reflexiona Joaquín.

“Que suceda hoy algo que parecía tan lejano es una emoción re grande. Yo no tuve miedos por mi sino por mis abuelos, por eso hoy estoy tranquilo y ellos están re contentos con mi vacuna, como yo me alegré en su momento con la de ellos”, agrega Franco, de 18 años.

Los y las jóvenes que hoy transitan los vacunatorios no tuvieron miedo por ellos sino por sus seres queridos. Pero saben que hoy ser el grupo etario que más turnos recibe los ubica en un lugar de relevancia “porque sé que con mi vacuna contribuyo a la inmunidad de rebaño. Saber que yo no contagiaré a mis alumnos, que ellos tampoco me exponen a mí, poder ver a les estudiantes en el aula es tranquilidad para mí y para sus familias. Es importante por les que me rodean”, asevera Julia, con clara conciencia social.

Con el conocimiento que los lleva a confiar y no discutir con la ciencia, también los y las jóvenes consideran que las dificultades aún no terminan. “En 30 años podré contar que fui parte de una pandemia histórica que hizo mucho daño en todo el mundo, y me gustaría terminar el relato rescatando que nos salvó la solidaridad y la vacuna. Que viene a mejorar la realidad cotidiana, la economía y el estar cerca de quienes queremos que en definitiva es lo que nos hace bien”.

La vacuna disipa miedos, aleja fantasmas y acerca los abrazos que se han extrañado tanto. Bernarda tiene 19 y estudia Medicina: “creo en la salud pública, por eso estoy acá. Porque vamos a poder salir a la calle sin barbijo, volver a juntarnos. La vacuna es un respaldo más, estoy contenta”.

Para Emilia, de 29 años, la vacunación masiva “significa acceso universal a un derecho tan básico como la salud, celebro que haya vacunas para todes. Y significa amor, por les otres, por la sociedad. Es una posibilidad concreta de cuidar a nuestros seres queridos, y a tantas personas que no conocemos y podemos evitar que se contagien. Para mí, la vacuna es alegría”. Y la alegría también es esperanza.

 

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