

Un desarrollo de científicos del Conicet mide los parámetros socioeconómicos y ambientales por provincias, ciudades y barrios. Los colores del mapa reflejan la situación en que se divide el Indicador de Calidad de Vida (ICV) en las diferentes provincias. En rojo, el 10% de las unidades con peor calidad de vida; en ocre y verde claro, situaciones intermedias; en verde oscuro el 10% con mejor calidad de vida.
Los indicadores que se toman para definir qué tan bien vive la gente en un área determinada, son socioeconómicos y ambientales. Los primeros vinculados con dimensiones como educación, salud o vivienda. En tanto, los segundos están relacionados con problemas como inundabilidad, asentamientos precarios o contaminación, entre otros.
En nuestra ciudad se puede apreciar un significativo verde en las zonas céntricas pero la mayoría son tonalidades que rondan desde el amarillo al naranja y con preocupantes zonas en rojo que indican el menor índice de calidad de vida. Los barrios más complicados o con situaciones intermedias, según el mapa en tanto calidad de vida y las variables medidas son los respectivos a la periferia como: Cuarteles, 12 de Octubre, Lourdes, Coronel Dorrego, Nicolás Avellaneda, Villa Aurora, Villa Mi Serranía y Colonia Nievas (esta última localidad de un rojo intenso).
Las zonas de Tornquist, Tres Arroyos y Tandil son las más aptas para vivir en la provincia de Buenos Aires, según un estudio realizado por el Conicet. También tienen buen puntaje Saavedra, Puan, Guaminí, Trenque Lauquen, y los centros de Mar del Plata y La Plata.
Por otro lado, aparecen como lugares más complicados para vivir muchas zonas del conurbano y del Gran La Plata, Cañuelas y, en el corredor de la ruta 7, Carmen de Areco y los alrededores de Junín y de General Pinto. En zonas rurales, tampoco sacaron buen puntaje Pilar, General Lavalle y Madariaga.
"Para definir qué tan bien vive la gente que reside en un área determinada, tomamos dos grandes grupos de indicadores: los socioeconómicos y los ambientales", explicó el líder del proyecto de investigación Guillermo Velázquez. En esta línea, detalló: "En relación a los primeros tenemos en cuenta datos vinculados con dimensiones como la educación, la salud o la vivienda".
En tanto, "en cuanto a los denominados ambientales, por un lado, atendemos a los clásicos problemas que pueden tener impacto negativo sobre el bienestar de los residentes (inundabilidad, sismicidad, asentamientos precarios o contaminación) y, por otro, lo que llamamos "recursos recreativos" (que pueden ser "de base natural", como las playas, relieves, balnearios o espacios verdes, o "socialmente construidos", es decir, teatros, centros deportivos u otras actividades de esparcimiento) como algo que favorece una mejor calidad de vida".