sábado 03 de mayo de 2025 - Edición Nº948

Locales | 11 mar 2023

EFEMERIDES

La última misa: se cumplen seis años del recital del Indio Solari en Olavarría

El concierto estuvo inundado de mística y festejos, pero transitó horas de desolación e incertidumbre. Dos días que quedaron en la historia de la cultura argentina.


El 11 de marzo de 2017 el Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado dieron su último concierto en Olavarría y el show terminó en tragedia. Desde aquel entonces, la banda continuó tocando en vivo pero sin su líder.

Fue así que, en el predio La Colmena, Solari cantó ante el cuarto de millón de personas que bailaron amontonadas haciéndole honor al máximo referente de su propia tribu: la tribu ricotera. 

La fecha estaba cargada de una connotación especial. Con la confirmación de que Solari sufría parkinson, ya que él mismo había anunciado en Tandil un año atrás, el "pogo más grande del mundo" mudó su procesión a nuestra ciudad, la cual acobijó la multitudinaria movilización que, por tiempo y espacio, para los viejos ricoteros representaba algo así como una revancha por el frustrado concierto de agosto de 1997. 

En ese entonces, el intendente radical Helios Eseverri prohibió por decreto dos shows que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota tenía programados en el gimnasio del club Estudiantes. Tras la postergación, la formación integrada por Solari, Skay Beilinson, Semilla Bucciarelli, Walter Sidotti y Sergio Dawi brindó una histórica conferencia de prensa, algo que no era habitual para la banda, que buscaba mantenerse por fuera de los sistemas tradicionales de difusión y sólo recurría a los medios para promocionar el lanzamiento de algún disco o un concierto específico. 

El 11 de marzo de 2017 también fue sábado. Desde el viernes 10, la marea de gente fue colmando poco a poco las grandes calles olavarrienses. El boulevar de la calle Avellaneda vivenció un tránsito de personas inédito. La avenida recibió una infinidad de micros, combis, camionetas, autos, carpas, chozas y frazadas en las que los fanáticos transitaron la noche.

Los vecinos de Olavarría ofrecían y hasta negociaban sus terrenos como camping. De hecho, aquellos desinteresados de sacar un rédito económico, se dejaban llevar por la emoción de ver a su pueblo ser tan visitado y ofrecían convivencias en sus propias casas.

Otros de los boulevares que hagazajó la previa fue Avenida Urquiza. Allí, era sumamente llamativo observar cómo los vecinos abrían las puertas de sus casas y montaban puestos de comidas y bebidas. Hubo enormes torres de packs de cerveza, infinidad de bidones azules con hielo y un centenar de parrillas. La noche de ese viernes juntó en cada esquina a diversos grupos que se amontonaban ante el parlante que más fuerte sonara.

Recorrer las calles durante noche anterior, también adelantaba una imagen que llamaba la atención. O no tanto, para quienes asiduamente formaban parte de ese tipo de celebraciones. La nula presencia policial daban cuenta de que las calles de Olavarría se regía por sus propias reglas. Pese a eso, durante la noche previa al concierto no se registró ningún tipo de incidente.

Para las primeras horas del sábado 11, el grueso de la multitud colmó definitivamente la ciudad. Por el boulevard de Avenida Urquiza, las filas de micros se perdían de vista a lo lejos en el horizonte y se empezaba a presagiar la magnitud de lo que se viviría esa noche.

Caído el sol, la masividad ricotera se dispuso a marchar hacia el predio La Colmena. Cientos de miles de personas peregrinaba hacia el noroeste de Olavarría, mientras la seguridad privada del evento, había dispuesto una especie de "gancho" en el recorrido, que se basaba en subir por Avellaneda hasta la calle Lavalle, para luego bajar por Esquivel, Nuestra Señora de Guadalupe y Avenida del Maestro, las tres calles que desembocaban en los ingresos de Rivadavia.

Los molinetes, como de costumbre, estaban abiertos. Si bien se vendieron más de ciento noventa mil entradas, la policía constató que ingresaron cerca de doscientos cincuenta mil.

Cuando apenas había pasado media hora del concierto, Solari decidió frenarlo. Desde el escenario, los músicos advertían que el público pedía ayuda a los responsables de la seguridad debido a que había gente desmayada, aplastada por el resto que, sin saber, empujaba una y otra vez. "Cómo puede ser que nadie sepa que mierda está pasando ahí, carajo", gritaba Solari, entre preocupado y enfurecido. 

Uno de sus asistentes le aseguró que "no se podía hacer nada" y que él "debía seguir tocando", pero el Indio tomaba conciencia del peligro: "Se puede morir alguno, se están pisoteando entre los borrachos" decía fuera del micrófono, que de todos modos tomaba su voz. 

El recital continuó y la banda optó por tocar temas más tranquilos en busca de que las aguas se calmen. El show terminó horas después y ni bien eso ocurrió, se informó que Javier León de 42 años y Juan Bulacio, de 36, murieron en concierto. Por asfixia, según el peritaje oficial. La pericia afirmó que no recibieron la atención debida en tiempo y forma.

A raíz de ello, la Justicia imputó por los delitos de "doble homicidio culposo" y "lesiones culposas" a los hermanos productores del show, Marcos y Matías Peuscovich y a Gustavo Zurita, todos directivos de "En Vivo S.A.", la empresa responsable del evento. Además de las muertes de Bulacio y León, se constató que Marcelo Furchini, Gonzalo Acuña, Florencia Montaño Olivar, Gonzalo Schifo, Alexis Arbeloa, Cristina Sánchez, Walter Bru y Alexis Avillano sufrieron heridas durante el evento. 

Tanto el Indio Solari como el intendente Ezequiel Galli fueron eximidos de culpas.

En estos seis años, la causa tomó una infinidad de giros. A principios de 2022, cuando todo parecía quedar en la nada luego de que el Juzgado Correccional de Olavarría prestara conformidad a un acuerdo económico de “reparación integral” entre las partes, suspendiera las audiencias del juicio oral y avalara la "extinción de la acción penal", una resolución de la Cámara de Apelaciones de Azul echó por tierra el principio de acuerdo económico entre los damnificados y la defensa y ordenó la reanudación del juicio oral. Los jueces Gustavo Echeverría, Damián Cini y Carlos Paglieri fueron quienes lo determinaron, haciendo lugar a un recurso de queja del fiscal de Delitos Especiales de Azul, Ignacio Calonje, quien había apelado la medida. La causa no avanzó, pero Marcos y Matías Peuscovich y Gustavo Zurita continúan procesados.

A la tristeza por las muertes, se le sumó la desesperación de millones de familiares que en la televisión leían leyendas sensacionalistas del tipo "Cromañón 2" e imaginaban lo peor para las personas cercanas que habían asistido al recital. Debido a la cantidad de gente que llegó a Olavarría, la señal de los celulares se saturó y resultó imposible comunicarse telefónicamente. Los hospitales recibían una infinidad de llamados y la madrugada del domingo 12 fue digna de una película de terror. Quienes salían del predio La Colmena, volvían a sus carpas, sus autos, a las combis y los micros a descansar antes de emprender el regreso, y no estaban siquiera enterados del tedio que atravesaban sus familias por esas horas, generado por la desinformación y la exageración típica de la primicia. Con el sol del domingo, el regreso fue típico de un recital de estas características. Gente perdida, caminando por la ruta, haciendo dedo y colgada de los camiones. 

Hace apenas unas semanas, Solari dio a entender que ya no volvería a presentarse en vivo. Su último concierto estuvo signada por un sinfín de vaivenes que no se desprenden en absoluto de lo que fue el tránsito de su carrera.

Con información de Página 12...

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