

Lula da Silva en un mensaje televisivo anunció la intervención federal “con el objetivo a poner fin al grave comprometimiento del orden público”. Asimismo, apuntó contra la seguridad y dijo que "las personas que hicieron esto serán encontradas y serán punidas”.
Sobre los atacantes, se refirió a ellos como “esos vándalos, que podemos llamar de nazis fanáticos, stalinistas fanáticos o mejor fascistas fanáticos, hicieron lo que nunca se hizo en este país”
También responsabilizó a su antecesor, Jair Bolsonaro, a quien llamó “genocida”, y acusó al agronegocio y a las mafias de la minería ilegal de financiar estos movimientos golpistas.
Por su parte, Bolsonaro explicó que eso “no representa a su partido”, pero es similar a lo que la izquierda ya hizo en años anteriores, a la vez que se desligó del hecho alegando que “no hay pruebas”.
Desde nuestro país, Alberto Fernández expresó en un comunicado en la red social Twitter su repudio y apoyo a lo que está sucediendo, al tiempo que advirtió: “Quienes intentan desoír la voluntad de las mayorías, atentan contra la democracia y merecen no solo la sanción legal que corresponda, sino también el rechazo absoluto de la comunidad internacional”.
En esa línea, Cristina Fernández señaló que "los discursos del odio en medios de comunicación y redes sociales, la estigmatización del que no piensa igual, hasta querer inclusive suprimir su vida y la violencia son el signo contemporáneo de las nuevas derechas. No basta con el imprescindible repudio o la necesaria condena”. A su vez, comparó los hechos sucedidos en Brasilia con lo acontecido en el Capitolio en Estados Unidos.
Por otra parte, la oposición también se manifestó en redes sociales. Mauricio Macri explayó su solidaridad con Lula, y alertó sobre la fragilidad mundial de las instituciones democráticas, poniendo como ejemplo lo que sucede con “la Corte Suprema de Justicia a través de mecanismos políticos antidemocráticos igualmente brutales”.
El hecho
Cerca de 5 mil seguidores del exmandatario de Brasil Jair Bolsonaro, invadieron este domingo el Palacio del Planalto, el Congreso Nacional y el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema), en Brasilia, buscando derrocar a Lula Da Silva y reinstalar a Bolsonaro en el poder. Trazando un paralelismo, se puede comparar con la toma del Capitolio en Estados Unidos por fanáticos de Donald Trump, después de que Joe Biden haya ganada la elección.
En cuanto al hecho en el país vecino, los agresores lograron entrar sin resistencia al Congreso, al Palacio del Planalto y el Supremo Tribunal Federal, donde destrozaron muebles y se pasearon destruyendo todo a su paso, ante la mirada pasiva de los policías.
Los manifestantes rompieron vidrios, cámaras de seguridad, armarios y despachos en el Planalto y el STF. En la corte fue retirada la puerta del despacho de Alexandre de Moraes, el juez que investiga al bolsonarismo y al presidente por atentar contra la democracia desde 2020. “Este es nuestro mayor trofeo”, dijo uno de los ultraderechistas que ingresó a la sede de la corte.
Con información de Dib